Febrero es el mes del amor y en este mes se fortalece la frase: “love yourself” como algo fácil, casi automático; pero el amor propio va más allá de frases motivacionales y rutinas de autocuidado.
Hola, soy la psicóloga Velyvé López Medina y a partir esta publicación, inicio mi colaboración con Panorama Sinaloa Oficial. Así que les invito a leer los artículos que aparecerán aquí semanalmente.
Hablemos del amor desde sus bases: lo propio, lo interno, lo que implica trabajo y el autoconocimiento.
El amor propio no siempre es bonito.
El amor propio no es sólo mirarse al espejo y sentirse bien, no es una meta que se alcanza y se mantiene sin esfuerzo. Es un proceso en constante cambio, con altibajos, inseguridades y miedos. A veces, el amor propio duele. Puede ser incómodo enfrentarnos a nuestra imagen, aceptar lo que somos y reconocer que necesitamos trabajar en nuestra relación con nosotras mismas.
Desde la psicología, el autoconcepto y la autoimagen juegan un papel fundamental en la forma en que nos percibimos. La manera en que hemos sido tratadas desde la infancia influye en cómo nos hablamos a nosotras mismas. La teoría del apego de Bowlby nos explica que nuestras primeras relaciones determinan en gran medida cómo nos vemos y cómo nos valoramos en la adultez. Si crecimos en un entorno donde se nos validó y se nos enseñó a reconocer nuestro valor, es más probable que desarrollemos un amor propio sano. Pero si nuestras experiencias fueron de crítica constante o invalidación, aprender a amarnos se vuelve un desafío más grande.
La trampa de la autoexigencia.
¿Qué pasa cuando el amor propio se vuelve una carga más? Nos han vendido la idea de que debemos amarnos incondicionalmente, pero nadie nos dice lo complicado que puede ser. A veces, nos exigimos demasiado, queriendo demostrar que nos aceptamos mientras nos juzgamos por cada error. Eso también es autoexigencia y termina siendo igual de dañino.
El amor propio también implica paciencia, autocuidado y empatía con nosotras mismas.
Trátate como tratas a los demás: con amor, paciencia y tolerancia. No lastimarías a un ser querido con palabras hirientes, ¿por qué hacerlo contigo misma?
Las redes sociales y el amor propio superficial.
Muchas veces, las redes sociales nos muestran rutinas de ejercicio, dietas, cuidados de la piel, y nos bombardean con una versión idealizada del amor propio. Y ojo, estas prácticas pueden ser herramientas útiles, pero lo que no nos muestran, es el proceso real detrás de esos cambios. Tal vez la persona que comparte su transformación física acudió a un nutriólogo o enfrenta problemas de salud. Tal vez su piel perfecta no se debe sólo a una “rutina milagrosa”, sino a consultas dermatológicas y tratamientos específicos. Nos muestran la idea de “abrazarnos tal como somos”, pero sin mostrarnos cómo es ese camino en realidad. Esto puede hacer que las redes sociales afecten nuestra autoestima al exponernos constantemente a estándares irreales.
Establecer límites: Un acto de amor propio.
El amor propio también habla de establecer límites: saber qué estás dispuesta a aceptar y qué no. Cuáles son tus no negociables. ¿Hasta qué punto permites que lo que los demás hacen o dicen te afecte? Recuerdo que una vez mi terapeuta me explicó que decir “no” es un acto de amor y respeto propio. Cuando lo escuché, me voló la cabeza. Me hizo reflexionar sobre cuántas veces no respeté mis propios límites por miedo a incomodar a los demás.
Establecer límites no es egoísmo; es reconocer nuestro valor.
Desde la terapia cognitivo-conductual, sabemos que identificar y establecer límites sanos es clave para desarrollar relaciones más equilibradas y satisfactorias.
El duelo de aprender a amarnos.
A veces, el amor propio duele porque implica enfrentar las partes de nosotras mismas que evitamos. Nos cuesta aceptar nuestros errores, nuestras inseguridades y lo que hemos permitido en el pasado. Perdonarnos es clave. Perdonarnos desde la aceptación real, entendiendo que cuando tomamos decisiones dañinas para nosotras mismas, fue porque no estábamos en nuestro mejor momento.
Sanar implica reconocer que lo que hicimos en ese momento fue lo mejor que pudimos hacer con las herramientas que teníamos. Y ahora que lo vemos diferente, podemos hacerlo mejor.
Conclusión.
El amor propio no es una imagen perfecta en redes sociales ni una meta final. No se trata sólo de rutinas de autocuidado, frases motivacionales o mostrarnos seguras todo el tiempo. Es un camino que implica vulnerabilidad, paciencia y aprendizaje constante. Es también reconocer nuestras emociones, establecer límites y permitirnos crecer sin culpa.
No siempre es bonito, pero siempre valdrá la pena.
Gracias por leerme. Te invito a reflexionar sobre tu proceso de amor propio. Nos vemos en el próximo artículo aquí en Panorama Sinaloa Oficial.