El periodista Carlos Jiménez (C4) informó que las autoridades de la Ciudad de México (CDMX), tras lograr establecer comunicación con Cortés, han obtenido escalofriantes confesiones. Entre ellas, destaca la macabra práctica de utilizar un cronómetro para medir el tiempo exacto en que los restos de sus víctimas se disolvían en ácido; Miguel era químico farmacobiólogo.
Tras asfixiarlas y estrangularlas, Cortés cortaba las extremidades de los cuerpos con una sierra y luego las introducía en ácido o sustancias químicas para deshacerlas y eliminar cualquier rastro. Sin embargo, por razones aún desconocidas, conservaba algunos restos óseos, como los cráneos humanos que fueron encontrados en su departamento en la alcaldía Iztacalco.
Este macabro ritual no solo evidencia la crueldad extrema del feminicida, sino que también plantea interrogantes sobre sus motivaciones y su estado mental. Las autoridades continúan investigando a fondo el caso para comprender a cabalidad la mente detrás de estos crímenes atroces.