“Vemos una normalización de la violencia desde que son muy pequeños: padres, madres, hermanos, vecinos y primos que también son parte de la delincuencia organizada. Estos niños crecen viendo que su papá es sicario, su mamá tiene otro rol, y para ellos, es lo que sigue. Muchas veces, las redes de apoyo se cortan desde temprano. Incluso hay maestras que los expulsan de las escuelas por ser ‘el niño problema’ en lugar de protegerlos y trabajar con ellos para construir un camino distinto”, comentó Sandra Izquierdo, líder del proyecto de reinserción en Reinserta.
De acuerdo con la especialista, la violencia en todas sus formas, afecta profundamente el bienestar emocional y psicológico de las niñas, niños y adolescentes, convirtiéndose en un factor determinante en su desarrollo y que puede marcar su futuro.
El estudio “Exposición a la violencia en la infancia y adolescencia de personas privadas de libertad”, realizado por Reinserta, demostró la alta presencia de la violencia durante la infancia y adolescencia en dicha población.
“El perfil criminológico de los jóvenes que vemos ha cambiado, ahora muchos empiezan con delitos menores y rápidamente se ven involucrados en crímenes graves, como el narcotráfico o el secuestro”, comentó Ana Echeverri, directora ejecutiva de Reinserta.